LA HAZAÑA DE CARLOS SORIA: EL PODER DEL DEPORTE MAS ALLÁ DE LA EDAD

Hay momentos en el deporte que trascienden a la mera competición: cuando un atleta desafía el paso del tiempo, el desgaste fisiológico y las expectativas sociales para redefinir lo que es o no es posible. Eso es precisamente lo que ha hecho Carlos Soria Fontán (Ávila, 5 de febrero de 1939). A sus 86 años, ha logrado convertirse en la persona de mayor edad en alcanzar la cumbre de un ochomil (una montaña de más de 8.000 metros), tras coronar el Manaslu (8.163 m) en septiembre de 2025.  

Un poco de contexto sobre su trayectoria

La carrera de Soria es ejemplar no solo por su hazaña más reciente, sino por la constancia, la pasión y la superación, aspectos, actitudes y valores que han definido toda su vida deportiva. Comenzó en las montañas a los 14 años, en la sierra de Guadarrama, y su primer ochomil lo alcanzó cuando tenía ya 51 años: la cima del Nanga Parbat (8.125 m) en 1990.  A lo largo de las décadas ha confirmado esta declaración de intenciones, siendo la única persona que ha ascendido al menos diez ochomiles después de haber cumplido los 60 años.  

Y sin duda, lo más reciente, su ascensión al Manaslu con 86 años, establece un nuevo referente mundial para lo que significa ser mayor en el deporte.  

¿Por qué su logro es tan significativo?

Edad y rendimiento extremo: A medida que envejecemos, nuestro organismo cambia: menor masa muscular, disminución de la capacidad aeróbica, reducción de la recuperación, cambios hormonales, etc. En este contexto, que un deportista logre estar al más alto nivel, y en una disciplina tan exigente como el alpinismo de gran altitud, implica una adaptación excepcional al medio y unas capacidades físicas, mentales y emocionales bien trabajadas y, sobre todo, mantenidas con en el tiempo.

Adaptación a la altitud y al estrés fisiológico: Escalar un ochomil no solo exige fuerza y resistencia: el cuerpo debe enfrentarse a hipoxia (menos oxígeno), riesgo de mal de altura, temperaturas extremas, horizontes de fatiga muy altos y logística compleja. Que un atleta de más de ocho décadas realice todo ello con éxito dice mucho de su preparación física, mental y de su experiencia.

Las fibras de contracción lenta y otros factores del envejecimiento: Científicamente, a medida que envejecemos tendemos a perder fibras musculares rápidas (tipo II) y predominan más las fibras de contracción lenta (tipo I), que tienen mejor resistencia pero menor velocidad. Esto puede, paradójicamente, favorecer a actividades de ultra-resistencia o de adaptación prolongada, siempre y cuando el entrenamiento, la técnica y la estrategia estén perfectamente ajustados.

Soria, con su longevidad deportiva, ha sabido explotar quizá más ese perfil de resistencia, constancia y técnica que la potencia pura. Además, la experiencia acumulada, la eficiencia del movimiento, la estrategia de aclimatación y gestión del esfuerzo tienen un peso enorme y pueden compensar en parte la pérdida de capacidad máxima.

Más allá del patrocinio y la visibilidad deportiva: Algo que también vale la pena remarcar es otro aspecto poco visible: la difícil situación que a veces enfrentan los deportistas de mayor edad desde el punto de vista del patrocinio. A pesar de sus logros, Soria mismo ha reconocido que “ahora no me quieren patrocinar por ser mayor”. Esto abre un debate más amplio: el deporte tiende a ensalzar la juventud, el rendimiento pico inmediato, el nuevo récord y aspectos de ese tipo relativos a la competición y el rendimiento económico. Pero las historias como la suya invitan a valorar la constancia, la progresión a largo plazo, el desafío personal y colectivo y qué representa mantener un nivel alto cuando muchos ya están retirados.

Lo que podemos aprender de su ejemplo

Nunca es tarde para emprender retos: Soria inició sus grandes ascensiones más allá de los 50 años y ha seguido escalando cuando muchos han colgado los crampones.

La preparación importa tanto como el rendimiento: aclimatación, técnica, logística, descanso, rutina de entrenamiento adaptada al paso del tiempo… Todo ello es fundamental.

Adaptarse al cambio corporal: Envejecer es, frente a perder cosas, exigir nuevas estrategias: más enfoque en la recuperación, en la calidad del entrenamiento, en la técnica y el conocimiento del propio cuerpo.

La motivación y el propósito: Su reto de llegar a las 14 montañas de más de 8.000 m tiene un valor simbólico, pero también vital: seguir vigente, tener un proyecto, conectar con algo que importe. Esto impulsa más allá de la mera condición física.

Visibilidad y valores: Su historia habla de perseverancia, humildad, compañerismo (con sherpas, equipos, etc.), de respeto a la montaña y al riesgo. Valores que importan tanto o más que el título alcanzado.

Un buen momento para reflexionar sobre los mayores en el deporte

El hecho de que un hombre de 86 años pueda coronar un ochomil nos obliga a reflexionar sobre cómo entendemos el deporte a partir de cierta edad. Algunos puntos a considerar:

Capacidades cambiantes pero válidas: Sí, quizá no seas tan explosivo como cuando tenías 25 años, pero quizá seas más eficiente, más sabio, con más estrategia y con mayor aguante psicológico.

Entrenamiento ajustado: El enfoque cambia: más énfasis en la recuperación, flexibilidad, movilidad, menos volumen pero mayor calidad, una mayor prevención de lesiones… Todo esto permite seguir rindiendo bien durante muchos años.

Importancia de la aclimatación y la progresión: En deportes extremos como el alpinismo, la aclimatación no solo al medio sino también al propio cuerpo cobra una dimensión mayor cuando se entra en edades más avanzadas.

Visibilidad de modelos mayores: Tener referentes que muestren que la edad no es un freno absoluto cumple un papel inspirador para muchos deportistas de más de 40, 50 o 60 años que siguen activos.

Patrocinio y apoyo: Que historias como la de Carlos Soria puedan sobrevivir y ser apoyadas es importante. Porque muchas veces los deportistas mayores quedan invisibilizados y sin apoyo financiero/social pierden capacidad de impacto.

Conclusión

Carlos Soria Fontán no solo ha coronado una de las montañas más altas del mundo con 86 años, sino que ha roto barreras, ha cambiado el relato de hasta cuándo se puede estar en la élite del deporte y nos invita a mirar el deporte de una forma más amplia: no solo al pico del rendimiento juvenil y a la competición, sino también al mantenimiento, a la adaptación y a la pasión permanente.

Su hazaña sirve como inspiración, no solo para quienes practican alpinismo, sino para todos aquellos que creen que ya es tarde para el reto, la mejora o el sueño. Porque, como él demuestra, no se trata solo de la edad o de la cifra: se trata de actitud, de preparación, de ilusión y de compromiso consigo mismo.

En ROPEGUN tenemos la suerte de compartir muchos momento con montañeros y montañeras como Carlos, al que, por supuesto, hemos tenido la suerte de disfrutar en mas de una ocasión. Si bien estos no tienen, lógicamente, el nivel técnico ni el curriculum de su compañero, si podemos asegurar sin riesgo a equivocarnos que empatan en ilusión, amor y respeto por la montaña. Aquí os esperamos para seguir compartiendo tardes de charla y batallas montañeras a lo largo de las cordilleras de nuestro entorno.

Atribuciones: Todas las fotos de este artículo son propiedad de Revista Oxígeno. De hecho, AQUÍ puedes leer el ultimo artículo/entrevista que nuestra amiga Elena Moro hizo para la revista.